Me hallará la muerte es la última novela de Juan Manuel de Prada, a quien todos reconoceréis de sus artículos semanales en El Semanal, prensa (ABC) y televisión (Intereconomía). No había leído ninguna novela suya desde La Tempestad, con la que en 1997 ganó el premio Planeta.
He devorado las 551 páginas de este relato, que atrapa desde la primera línea. Dividida en tres partes, nos presenta a un ratero de poca monta que se enrola en la División Azul, de cuyas peripecias y padecimientos habla en la segunda, para presentárnoslo en la tercera, trece años después, en una España, la de mediados de los años cincuenta, que '... se ha convertido en el paraíso de los burócratas, los sindicalistas sumisos y los profesionales de la rapiña...', disfrutando de una posición social completamente distinta.
Podríamos hablar de un thriller o una novela negra cañí, que nos trae a la memoria aquella España de 'El Caso', de '...tecnócratas y meapilas' con mala conciencia de su pasado más inmediato y dispuesta a lo que fuera para hacérselo olvidar a las potencias triunfantes de la Segunda Guerra Mundial.
Nos guste o no la personas y sus ideas, hay que reconocer a Juan Manuel De Prada su gran dominio de la técnica narrativa, su poderosa imaginación, capaz de alumbrar una trama con abundantes sorpresas, y su audaz uso del lenguaje, con atrevidas metáforas, en las que el autor se gusta... quizá demasiado.
Si la novela llevara la firma de uno de esos autores de best sellers, se hincharía a venderla.
No os desvelaré en final, que hace cierta una de las frases que uno de los secundarios de la novela -un falangista romántico trágicamente apegado a sus principios- repite una y otra vez al protagonista: 'Nunca se puede alcanzar un bien después de haber perpetrado un mal'.