domingo, 31 de mayo de 2020
Reencuentros
sábado, 30 de mayo de 2020
Dos mañanas con el gancho
viernes, 29 de mayo de 2020
Disparate o desvarío
El estado de alarma decretado por el Gobierno de España el pasado 14 de marzo, ha facultado a políticos de todo signo para tomar decisiones, en algunos casos urgentes y necesarias y, en otros casos arbitrarias y disparatadas.
Inspirándose en sus colegas de la Comunidad de Madrid –quién lo diría- y tratando de emular el hospital de campaña que montaron en Ifema, la alcaldesa de Sabadell, de manera unilateral, decidió desmontar la pista de atletismo, por las bravas, sin contar con los técnicos que hicieron la instalación, una instalación moderna y modélica, inaugurada en 2010, financiada por la Diputación de Barcelona, la Generalitat de Catalunya, el Consejo Superior de Deportes y el Ayuntamiento de Sabadell, sede de múltiples Campeonatos del máximo nivel estatal y autonómico.
Cuando digo por las bravas me refiero a la utilización de herramientas y medios agresivos, como radiales, que arrasan con un material tan delicado como el de una pista cubierta de atletismo, con sus curvas, sus peraltes y la superficie técnica.
Dicen que semejante obra, para la que, según la prensa, fueron necesarios diez días, tuvo un coste de 175.000 €, sufragados por el Ayuntamiento de Sabadell.
Casi dos meses después, nos encontramos con una instalación vacía, que nunca se usó y con un espacio yermo, donde antes estaba una de las mejores pistas cubiertas de atletismo de España.
Así termina una carta dirigida a la alcaldesa de Sabadell, escrita por el vicepresidente de la Federación Catalana de Atletismo, que he traducido libremente del catalán: ‘… La próxima vez, alcaldesa, no sea tan impetuosa. En esto de correr y posiblemente en la política, no siempre el que comienza más deprisa gana; y mucho menos si lo hace corriendo por encima de sus posibilidades.’
jueves, 28 de mayo de 2020
Marisol Ramos líder mundial
miércoles, 27 de mayo de 2020
Parásito
Tenían en común lo poco que les gustaba el trabajo. Él lo asumió cuando ya le empezaban a salir las canas. Para entonces, disfrutaba de una situación acomodada en el sindicato, que le liberaba de currar y le mantenía entretenido en las disputas con los demás sindicatos y con la empresa que tan generosamente le pagaba desde hacía tanto tiempo por hacer tan poco.
Divorciado y sin apenas relación con su ex-mujer y su hija, vivía solo en un estudio céntrico que compró a precio de ganga antes de que se disparara el mercado inmobiliario. También en eso tuvo suerte. Tenía una relación discontinua con una compañera de trabajo, también divorciada, aderezada por el sexo y salpimentada por los frecuentes y explosivos cambios de humor de la pareja, que hacían aconsejable la separación física.
Los dos estaban ya jubilados y el estado de alarma les pilló en esa situación, cada uno en su casa. Su pareja, además, se tuvo que hacer cargo de su hijo, lo que terminó de liquidar una eventual convivencia.
Con los bares y las sociedades cerradas desde el 14 de marzo por el estado de alarma, se encontró con que no podía potear con su cuadrilla de sindicalistas de toda la vida, todos ellos felizmente jubilados. Se acabaron las discusiones de fútbol, las apuestas y las broncas, que los demás eludían cuando se le agriaba el carácter. Empezó a levantarse tarde, tras lo que bajaba a la calle a comprar el periódico que antes leía gratis en el bar.
Más allá de los panfletos sindicales, nunca le tiró la lectura; y tampoco era de ver la televisión, aparte de los partidos de fútbol y de pelota, desaparecidos de la programación. Con la ayuda de un informático jubilado, al que hizo venir a su casa, contrató dos canales de pago: Netflix y HBO. Empezó a ver series, pero no terminaron de engancharle. Aparte de las escenas de sexo de Juego de Tronos, no entendía cómo esa historia podría enganchar a la gente. Y tampoco compartía la devoción de sus compañeros de rondas por The Wire, que le parecía sosa, lenta y con demasiados negros, entre los que era fácil confundirse.
Fue de los primeros en usar la mascarilla y aquel 1 de abril se encontró con su foto, en la portada de El Diario Vasco, haciendo cola en la calle, esperando entrar al supermercado.
martes, 26 de mayo de 2020
Eternamente correcto
lunes, 25 de mayo de 2020
El fútbol y el estado de alarma
domingo, 24 de mayo de 2020
Prórroga y penaltis o tie break
sábado, 23 de mayo de 2020
El poder de lo simple
- Temor al fracaso.
- Temor al sexo.
- Temor a la autodefensa.
- Temor a confiar en los demás.
- Temor a pensar.
- Temor a hablar.
- Temor a la soledad.
viernes, 22 de mayo de 2020
Superar el miedo
jueves, 21 de mayo de 2020
20205 kms
miércoles, 20 de mayo de 2020
Atención al cliente en la Fase 1
martes, 19 de mayo de 2020
Cambio de planes
- Ya me ducharé en casa, tío, que no tengo ropa para cambiarme, pero el desayuno te lo acepto encantado.
- Tienes pan de ayer, tostadas, aceite, mantequilla, mermelada, jamón, fruta ¿Quieres un zumo? ¿Alguna otra cosa?
- Tranquilo, tío, me voy sirviendo.