Cuchillo de palo es la segunda entrega de la segunda trilogía de César Pérez Gellida: Refranes, canciones y rastros de sangre. El pasado 20 de julio os contaba mis impresiones de la primera entrega: Sarna con gusto, en una semana devoré la segunda y lo mismo me duró la tercera: A grandes males.
En Cuchillo de palo, CPG va más allá de la novela negra y nos introduce en la mafiosa trata de blancas –o sería más propio decir de negras- y en una sociedad secreta, que nos va dibujando en Sarna con gusto, cuyo engranaje abarca las más amplias esferas del crimen y el poder.
Durante buena parte de la novela, asistimos a la transformación del protagonista, el policía Ramiro Sancho, que sigue descendiendo a los infiernos, de donde sale con un ejercicio de prestidigitación del que ni puedo ni debo daros detalles para mantener el interés y el misterio de una trama en la que casi nada es lo que parece; y que me ha conducido al e.book a cada momento, hasta el punto de celebrar que una prueba médica que le hicieron a mi mujer se prolongara treinta minutos más de los inicialmente previstos.
Es una novela más coral, con más personajes y más complejos, que comparten el escenario con el inspector de homicidios de Valladolid, cuidad que apenas sirve de marco a esta historia que se mueve entre Galicia y Nigeria, terminando con un final, evidentemente abierto, en Budapest.
Como dice una de las críticas que he leído: ‘Una garra te atrapa mientras lees Cuchillo de palo y la jauría se revuelve cada vez que interrumpes su lectura’ O esta otra: ‘Es una embestida al raciocinio, una arremetida sensorial, un juego macabro con el que CPG, una vez más, vuelve a llevarse un trozo de mí’.