Llevo muchos años trabajando en el avituallamiento del Maratón de Donostia. Salvo el año pasado, que estuve en el Boulevard, siempre he estado en La Concha, a la altura de La Perla. Hoy, una vez más, he estado allí y no he salido satisfecho.
En mi etapa profesional, un consultor me habló de la regla del + + - +, una regla que es conveniente seguir cuando queremos expresar una crítica y que esa crítica, en vez de herir a nuestro interlocutor, le pueda servir de estímulo.
Como creo que mi principal interlocutor, mi grupo de interés, sería la organización, empezaré por dos aspectos positivos. Bueno, que sean tres.
Para la mitad de trabajo de otros años, que debían dar respuesta a cuatro avituallamientos, dos a la ida y dos a la vuelta, estábamos, probablemente, el doble de efectivos. Casi cuarenta personas, la mayoría chicas... y solo dos adultos: mi mujer y yo. Y, en principio, sólo teníamos que dar servicio a la ida, hacia el Antiguo,
Esas chicas y esos chicos, reclutados por el Tolosa, han derrochado entusiasmo, esfuerzo, flexibilidad y sensibilidad con los atletas a los que tenían que atender.
El tercer punto positivo lo pondré en la organización, que nos ha dotado de todo lo necesario para hacer nuestro trabajo: Mesas, soportes, 8.000 vasos de cartón, naranjas y plátanos a discreción.
Vamos ahora con aquellas cuestiones sobre las que debemos reflexionar. Lo fundamental del avituallamiento de un maratón es que haya agua suficiente y fácilmente accesible. La B/SS lleva años utilizando los vasos de cartón y el agua corriente. Como corredor no he echado de menos los botellines de plástico.
Hoy, sin embargo, creo que no hemos sido capaces de dar un buen servicio en la primera vuelta, en la que coincidían los corredores del Maratón y los del Medio Maratón. Nos ha podido salvar que todavía era el kilómetro 5 y que el día era fresco.
La fuente de la que nos teníamos que alimentar tenía muy poca presión y llenar una bandeja de 28 vasos llevaba casi un minuto. Teníamos dos mangueras. Por lo tanto, redondeando, podíamos llenar 60 vasos por minuto. Suponiendo que teníamos que llenar entre 4.000 y 5.000 vasos en la primera vuelta y 2.000 ó 3.000 en la segunda, necesitaríamos más de 75 minutos para llenar esos vasos y que estuvieran disponibles para la primera vuelta.
Hemos empezado como pollos sin cabeza y me temo que muchos atletas se han quedado sin agua en ese paso del kilómetro 5.
Para el segundo paso, ya sin los atletas del Medio Maratón, hemos industrializado el proceso. Dos personas estaban full time llenando vasos. Cuatro personas se encargaban de preparar las bandejas de 28 vasos. Esas bandejas, una vez llenas, se llevaban a la mesas, donde se colocaban los vasos. Y unas treinta personas se ocupaban de tener las mesas siempre llenas y/o de entregar los vasos en mano a los corredores. En algún momento se ha roto la 'cadena de producción' y nos hemos quedado sin vasos que entregar, porque la demanda de los atletas era superior a la oferta y la capacidad de la fuente no daba para atender esa oferta.
¡Ah! con lo que no hemos tenido ningún problema, al revés, ha sido con las naranjas, que partíamos en cuatro trozos, y los plátanos, que partíamos en tres. Siempre han estado disponibles y han sobrado algunas cajas.
Pasada la avalancha de la primera vuelta, en la segunda todo ha ido bien. Incluso, en un exceso de celo y con clara orientación al cliente, es decir, al corredor, hemos trasladado varias mesas con agua y con fruta al otro lado de la calzada para atender a los que volvían del Antiguo. Estaban en el kilómetro 29 y les quedaba tarea. Muchos lo han agradecido.
Termino con un +, dedicado a las chicas y chicos del Tolosa, que se han quedado hasta el final, recogiéndolo todo, como si fueran japoneses, y animando con entusiasmo hasta al último corredor. Porque son ellos los que más agradecen esos ánimos.
A la organización le haré llegar una propuesta para mejorar. Porque podríamos haberlo hecho mejor, mucho mejor. Anticipo que como 'aguador' y como corredor prefiero los botellines de plástico a los vasos de cartón para el agua. Hay que pensar en el cliente y el cliente es el corredor.
Y mis disculpas sinceras a los corredores que no hemos podido atender... y a los que no he podido ni saludar ni animar. Lo primero era currar.