Alazne, a la izqierda, entrando en la meta con sus compañeras |
Libe y Telmo
son dos mellizos a punto de cumplir 7 años, Sus padres, Alazne y Fidel,
son atletas populares, runners, enganchados al vicio de correr. Ella es
profesora en la Universidad de Deusto y él trabaja en Sayma. Los
dos iban a correr el domingo la Carrera de Empresas y contaban con que
los padres de Alazne, los aitonas, se ocuparan de las fieras
mientras ellos correteaban con sus compañeros de trabajo.
Pero el sábado
por la tarde la cosa se tuerce. La amona, tras tres días de fiebre (en
silencio) pide ir al médico, señal evidente de que algo no va bien.
Diagnóstico: neumonía. Ante la situación, se plantean que uno de ellos cause
baja el domingo, dejando colgado al equipo. Pero hay un plan B. Alazne
llama a su jefe, el vicerrector… y asunto resuelto. Josean, que así se
llama, se ocupó de los dos niños y se implicó tanto en su rol de niñero que
hasta aprendió a lanzar la chiva de Telmo. Y Alazne se subió al podium
con sus compañeras de la Universidad de Deusto.
Ruben, Pepelu, Ander y yo un año después. Fuimos 3ºs |
Esta historia
me ha recordado lo sucedido en la primera edición de esta carrera (2008) con el
equipo de Kutxa. Rubén y Ander, los más jóvenes, eran
nuestros hombres fuertes, mientras que Pepelu y yo, los veteranos,
sabíamos que nos iba a tocar hacer la goma. Mientras esperábamos en la salida,
sorprendidos de la tardanza de Ander, siempre tan puntual, recibimos su
llamada: acababa de ser padre y tenía otras prioridades.
Por allí andaba
Igor, paseando a su hija, cómodamente instalada en el coche. Recurrimos
a él, que aceptó correr, estando como estaba. Unos compañeros se ocuparon de
pasear a la niña. Pepelu le dejó unos pantalones y Vicente, en
pantalón corto, cogió la moto, me monté en ella, también de corto, fuimos a
casa, cogí un par de zapatillas, volvimos, Igor se las puso y llegamos
justo a tiempo de tomar la salida. Ya sé que eran otros tiempos –¿cómo os lo
diría?- y que había menos competencia, pero tiene mérito que acabáramos
cuartos, mientras la niña de Igor seguía plácidamente dormida.
Estas son las
historias de las que os hablaba al final del post de ayer,
¿Quién nos
cuenta la siguiente?
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