Llegada del triatlón femenino en los JJ OO de Londres 2012 |
Al texto: 'Aquí me tienes, obediente y desnudo, en el Castro de Baroña. Hasta aquí puedo enseñar' le acompañaban dos fotos para enmarcar (no eran selfies). En la primera, se veía a Mario luciendo un cuerpo perfecto de cintura para arriba: moreno, sonrisa profesional, bien afeitado, con un torso que parecía un tratado de anatomía, antes de la hipertrofia del fitness, y unos abdominales apenas dibujados en un vientre, más que plano, cóncavo. En la segunda, de espaldas y de cuerpo entero, destacaba un culo blanco, digno de Apolo. Ese culo que le volvió loca justo una semana antes.
Contestó de inmediato. Faltaba menos de un mes para el gran día: la triatlón de los JJ OO de Río de Janeiro en un escenario a su altura: la playa de Copacabana. Le esperaba un largo periodo de abstinencia y le vendría bien una buena sesión de sexo antes de viajar a Brasil.
Cuatro años antes, en Londres, cuando era la gran favorita -había ganado los mundiales de 2011 y 2012- sólo pudo ser quinta, a menos de 2" de la medalla de oro, en el final más agónico y apretado que se recuerda en esa prueba. Su tiempo: 2:00:02. Maldito capicúa. Dos horas agónicas y dos meses de abstinencia que no había vuelto a repetir. Y no le iba mal, porque había enlazado cinco Campeonatos del Mundo consecutivos, sumando los de 2013, 2014 y 2015. En 2016 había competido poco, reservándose para conquistar el oro olímpico, pero no se había privado de incluir el sexo en una planificación que llevaba a rajatabla.
'Te espero a las 22:00 para que me enseñes lo que no se ve en la primera foto'. 'A ver si para entonces ese culo ha cogido algo de color'. 'Sé puntual y ven cenado'. 'Nada de alcohol ni drogas'. Y a las 23:00 te vas a tu casa, bombón'. ¿Quién te ha sacado las fotos?. Ametralló los seis whatsapps y volvió a la cocina.
Se preparó el bidón de Isostar y el taco de membrillo, se puso el neopreno, un chándal amplio por encima, cogió una toalla al cuello y cuando se disponía a bajar al garaje, a coger la bici, sonó el timbre.
Contestó de inmediato. Faltaba menos de un mes para el gran día: la triatlón de los JJ OO de Río de Janeiro en un escenario a su altura: la playa de Copacabana. Le esperaba un largo periodo de abstinencia y le vendría bien una buena sesión de sexo antes de viajar a Brasil.
Cuatro años antes, en Londres, cuando era la gran favorita -había ganado los mundiales de 2011 y 2012- sólo pudo ser quinta, a menos de 2" de la medalla de oro, en el final más agónico y apretado que se recuerda en esa prueba. Su tiempo: 2:00:02. Maldito capicúa. Dos horas agónicas y dos meses de abstinencia que no había vuelto a repetir. Y no le iba mal, porque había enlazado cinco Campeonatos del Mundo consecutivos, sumando los de 2013, 2014 y 2015. En 2016 había competido poco, reservándose para conquistar el oro olímpico, pero no se había privado de incluir el sexo en una planificación que llevaba a rajatabla.
'Te espero a las 22:00 para que me enseñes lo que no se ve en la primera foto'. 'A ver si para entonces ese culo ha cogido algo de color'. 'Sé puntual y ven cenado'. 'Nada de alcohol ni drogas'. Y a las 23:00 te vas a tu casa, bombón'. ¿Quién te ha sacado las fotos?. Ametralló los seis whatsapps y volvió a la cocina.
Se preparó el bidón de Isostar y el taco de membrillo, se puso el neopreno, un chándal amplio por encima, cogió una toalla al cuello y cuando se disponía a bajar al garaje, a coger la bici, sonó el timbre.
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