Iñaki en cabeza, en la pista |
Os hablaba ayer de esos rodajes mañaneros y os contaré hoy el del
pasado sábado. Salí de casa a las 6:53 y fui hacia Ondarreta, sorteando a los
más recalcitrantes gaupaseros del
Bataplán, ajenos al frío y la lluvia. En seguida me di cuenta de que no iba y
de que me iba a costar completar el plan, que era correr unos 12 kms. Tras
girar en el Peine, volví por Ondarreta y La Concha. Seguía igual de mal. Menos
mal que apenas llovía y no tenía excusa para pararme al pasar cerca de casa.
Seguí y a la altura del Ayuntamiento me crucé con Iñaki Arrazola. Fue él quien me reconoció, dio la vuelta y me
acompañó por el Puerto, Paseo Nuevo, Sagues y vuelta, quedándose a la altura
del Kursaal para volver a su casa. Había corrido 50 minutos, mucho más de lo
que pensaba. Yo seguí por los puentes, giré en el de Maria Cristina, volví al
Boulevard y de ahí a casa, completando los 12 km previstos, con muy buenas
sensaciones gracias a la aparición de Iñaki.
Aquel grupo del Laister. Iñaki y yo, bueno, al revés, arriba a la izquierda |
Conozco a Iñaki desde
hace 26 ó 27 años, cuando coincidimos en lo que era el grupo del Laister
y siguió siendo el de Sebas Barceló.
Los dos veníamos del atletismo popular y tuvimos unos pocos años intensos de
entrenamientos, pájaras y carreras de todas las distancias. Es más joven que yo
(54 años) y también era mucho mejor atleta, llegando a correr los 800 metros en
dos minutos pelaos, los 1.500 en 4:10
o la B/SS en 1:10. Nunca pasó de ahí y no dio el salto al maratón. Fueron una docena de años intensos, de los que él siempre destaca una Clasica de 15 km,
que acabó en el top ten.
Con el fin de milenio se enfrió nuestra relación porque él pasó a entrenar en Oiartzun, con Carlos Ayala, y yo bajé mi dedicación al entrenamiento, en favor del trabajo.
Tuvimos un paréntesis de varios años con muy poco contacto, más allá del
original y personal christma navideño
que nos mandaba en Navidades, hasta que lo retomamos como consecuencia de su
accidente. Dejémosle a él que lo cuente, empezando por esos 50 minutos del
pasado sábado:
Para empezar, te diré que estoy más orgulloso de los 50 minutos
que hice ayer contigo que de cualquier otra marca. No imaginas el chute de
alegría e ilusión que supuso para mí.
El 22 de octubre de
2011, yendo en moto, me arrolló un coche, rompiéndome la tibia y peroné cerca
del tobillo, quedando totalmente desgarrado y casi casi colgando, además de
heridas en la cara, brazos, tres fisuras de hombro... Me llevaron en ambulancia
y operaron de urgencia y tengo que dar gracias al Dr. Aduriz, que antes de
amputar, confió en que un korrikalari
podría rehabilitar aquel pie y darle al menos una mínima funcionalidad.
De blanco, en el asfalto. |
Me pusieron primero unas fijaciones externas que llegaban hasta los huesos. Pasé tres semanas ingresado y a los dos meses me volvieron a operar para poner unas enormes placas metálicas internas que me iban a impedir correr de por vida, además de andar por terrenos irregulares, ir al monte...
A todo esto, yo vivía entonces en una borda en el monte en Altzibar (Oiartzun), con ovejas, burro, perros, gatos, gallinas....y al lado del bidegorri para poder correr.
Como tuve que pasar los primeros meses en silla de ruedas y casi un año en casa de mis hermanas, me vi obligado a vender aquello pues no sabía si podría desenvolverme bien por el monte, no iba a poder correr y estaba pagando a un baserritarra para que me cuidara los animales. Intenté ser práctico, adaptarme a la nueva situación y tras vender aquello, compré un pequeño apartamento en Gros.
Los años con las placas fueron duros pues a las tardes se me hinchaba mucho la pierna....pero al menos podía hacer elíptica muy ligero y andar en bici...siempre sin poder forzar.
En eso que en 2016 me empiezan a dar problemas los hierros. Mi cuerpo los rechaza y me producen infecciones. En enero de 2017, deciden quitármelos, ven que todo queda bien soldado y al no tener ya la limitación de los hierros... podría plantearme empezar a correr, aunque yo no lo veía claro y no me lo planteaba. Estaba ya hecho a la idea de no correr nunca más.
Los primeros meses fueron muy duros pues perdí la conexión nerviosa entre pierna y cerebro y tuve que re-educar a la pierna a andar, equilibrio, recuperar fuerza....lo que se dice el sistema propioceptivo. Iba al gimnasio mañana y tarde a hacer rehabilitación.
Hablando de rehabilitación, nunca habría llegado hasta aquí sin la ayuda, paciencia y, sobre todo, buenas manos de Mikel Urkia, fisioterapeuta de Sendabide. Él ha sido quien en cada sesión me ha ido marcando los ejercicios a realizar, ha seguido mis progresos, me ha animado en los malos momentos (que los ha habido, y muchos) y ha sido de los primeros en escuchar mis penas y mis alegrías.
Una tarde que fui contigo me convenciste para hacer cinta. Hice dos minutos casi andando y toqué el cielo. Al salir, me compré en Apalategui zapatillas de correr y así empecé poco a poco a hacer cada día más. Pasé un calvario de dolores y tendinitis hasta en las orejas. Había días que pensaba que no podría llegar del gimnasio a casa y eso que está a cinco minutos.
A base de mucho trabajo de fuerza, bosu, eliptica y spinning con carga, mi cuerpo se ha ido adaptando y aunque todavía la mayoría de los días corro en la cinta con algún dolor... Ni tan mal. Suelo alternar 40 y 30 minutos. En su día hice algún intento en Cristina Enea, pero creo que mi cuerpo todavía no estaba preparado y acababa totalmente destrozado.
El resto de la historia...la conoces. El sábado me dio el cuarto de hora. Por primera vez desde 2011, salí a correr por la calle, me encontré contigo e hice los 50 minutos de los que me siento más orgulloso que de ninguna otra carrera.
Para mí, que la he seguido de cerca, con algunos rodajes en los
que Iñaki me acompañaba en bici los sábados o domingos por la mañana, y muchos
cafés compartidos, la suya es una historia de superación personal, de fe en su
capacidad, de rebelarse contra la adversidad y de persistencia. Todo un ejemplo.
Espero que no se enfade mucho conmigo cuando lea este post, que recoge el mail que me mandó ayer y escribo con el corazón.
No conocía la historia de Iñaki, al que he reconocido en las fotos después de haberle visto en el gimnasio durante todo este tiempo, trabajando y fortaleciendo esa pierna, poco a poco pero sin pausa... Zorionak!
ResponderEliminarEz nekien hori dena pasa zuenik, zorionak Iñaki
ResponderEliminarZorionak, Iñaki!!!!
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