Para los de mi generación -y posiblemente más, anteriores y posteriores- Iñaki Almandoz es un tipo conocido y entrañable. No sigo el baloncesto, pero sé su vinculación con este deporte casi desde que tenía uso de razón. No soy especialmente entusiasta de toda la parafernalia que rodea a los Reyes Magos, pero a mis hijos, cuando estaban en edad, los he sentado en las rodillas del Rey Gaspar. He trabajado 40 años en una Caja de Ahorros que primero se llamaba Municipal de San Sebastián, luego Kutxa y al final era un banco y se llama Kutxabank. En ese tiempo, he fui compañero de trabajo de Iñaki Almandoz. Nunca hemos compartido sucursal o departamento, pero cada interacción con él ha sido positiva, con eso que ahora se llama buen rollo. Me ha invitado varias veces a dar una vuelta en el viejo Dyane-6 de Jorge Oteiza... y lo tengo pendiente.
Si las paredes hablaran y reflejaran en imágenes las personas y los hechos que a lo largo de estos últimos 37 años se han dado cita en la sede social del Club Askatuak, la historia más brillante del baloncesto guipuzcoano permanecería grabada para siempre, por los tiempos de los tiempos.
Y en esas casi cuatro décadas de existencia -36 como Presidente-, Iñaki Almandoz aparecería siempre como protagonista de la historia. En un primer momento, con Josean Gasca, Txuma Zumalde y Fran Ochoa, fundadores y precursores con él de la enriquecedora experiencia vital que ha supuesto Askatuak desde 1975. Pero también con Shegun Azpiazu, Essie Hollis, Nate Davis, Estanis Ubarrechena, Ed Robota, Pedro Sanz, Jesús Mari Pérez, Fernando Galilea, Abdul Jeelani, Lance Berwald, Boliche Dominguez, Charles Pittman, Treg Lee y tantos y tantos otros.
Personajes de leyenda que se confesaron en los despachos de Iñaki -primero en el local de Felipe IV y después en las instalaciones de Anoeta-, donde el Presi a buen seguro que les transmitió sabios consejos al tiempo que se reservaba para él, con energía y desinterés, pesada carga y los mejores años de su vida a la causa del baloncesto.
Trabajo, sueños, equipos, patrocinadores, dineros, Karmele, la familia, los amigos… a todo/s regaló compromiso y condicionó dedicación -lo reconoce-, pero en la multiplicidad de sus facetas personales -nadie podrá dudar- desbordó arrojo, cariño y dedicación extenuante, a veces no bien repartida e injustificadamente incomprendida.
He tenido el gusto y la oportunidad de trabajar, disfrutar, verle hacer, vivir, en suma; he compartido muchos años que me han ayudado a escrutar y a tratar de entender a Iñaki, y, por su dimensión humana, me gusta la lealtad y ese fenómeno casi místico que se origina, nos envuelve y se hace hueco entre nosotros: el pequeño/gran Askatuak. Un duende travieso, canalla en ocasiones, del que resulta imposible sustraerse.
Pero hay más. De Iñaki Almandoz Aranburu sorprende que su personalidad –además- no se acaba con el baloncesto. Es creador del factor tiempo: Lo extrae de la nada, se apodera de él. Lo amplía cuanto quiere. Por eso, es polifacético.
De ahí que a Iñaki te lo puedas encontrar cualquier día conduciendo el Dyane-6 de su amigo Jorge Oteiza, de camino al Museo de Altzuza, o departiendo en el circuito de Alcañiz con el piloto Jesulín de Ubrique en la Escudería de Pastas Arruabarrena. O curioseando pinturas en L´Hermitage de San Petersburgo, entre guerreros de terracota por Xian o de paseo por la monumental Efeso.
También abrazado con la bandera 2016 a Wallace Bryant, en el Estadio de Los Cowboys de Dallas: “tu eres Presidente del San Sebastián” -le reconoció, 25 años después, aquel formidable pívot de siete pies del Barcelona-. O escuchando al Coro Gaztelupe del querido Juanito Kortabarria; de Rey Gaspar a lomos de un camello por la playa de La Concha, o en Madrid con David Stern, el comisionado y boss del basket mundial.
Hasta con Kevin Durant, el máximo anotador de la NBA los dos últimos años, y Pau Gasol, compartiendo con ambos trabajos sociales “NBA Care” por USA, o en la Sociedad de Askatu con su Junta Directiva y los padres de los jugadores, entrenadores, chavales…; o con Korta, Txomin Perurena, Enrique Erentxun, José Luis Arrieta …, o en Wroclaw, Iguazú, Gambia, o en un poblado rodeado de niños en la muga de Senegal con Guinea Bissau; o lo mismo en una bodega en Briñas que en un rancho en San Antonio haciendo prácticas de tiro y escuchando en vivo a Toby Keith. Por ser, fue uno de los elegidos, de los de verdad, que levitó en directo con la magia del Dream Team en Barcelona 92.
Puedes saber de él subiendo y coronando el Tourmalet; en bici y en moto por el Camino de Santiago –ha hecho cuatro veces el recorrido-, o bailando un aurresku en el Centro Vasco de la argentina Necoechea. Incluso, en el Space Center de NASA, en Houston –dos veces ha ido y me dice que quiere repetir-. Es un chiflado de las cuevas, colabora en cuantas iniciativas sociales se le pongan delante, es socio de …
…pues será por hacer… si cuando aún no tenía veinte años, ya se encargaba de la contabilidad de la Parroquia de Martutene…
Y en unos meses, en lo profesional, dejará de ser la imagen pública de Kutxabank -vaya pérdida, se jubila. Pero no hay motivos para alarmarse- … porque siempre hallará un hueco y buscará quehacer para ir “gratis et amore” a Askatuak.
Por cierto, su pasión le alcanza para salir en dos tamborradas el día de San Sebastián: Cena en Gaztelubide, toca la izada en la Consti, duerme escaso, come en Gizartea y, por la tarde,… sale con la sociedad de San Martín. ¿Alguien que dé más?...
Admirable, incansable y peculiar elemento...
Unos compañeros de Kutxa-Kutxabank, ya jubilados, como yo, han pensado que podría ser un buen candidato para recibir la Medalla al Mérito Ciudadano con la que el Ayuntamiento de Donostia distingue, coincidiendo con la fiesta de San Sebastián, a personas o entidades que hayan prestado o prestan servicios de carácter extraordinario a la ciudad.
Si eres donostiarra y piensas -como nosotros- que sería una buena elección, pásate por el Club Askatuak o por la Federación Gipuzkoana de Baloncesto, en al Paseo de Anoeta.
Aquí te dejo un vídeo de Iñaki. Tiene unos cuantos años menos, pero es él, en estado puro. Aunque casi solo hable de baloncesto, podría hablar de cualquier tema y captar de inmediato nuestra atención... y nuestra complicidad.
Iñaki Almandoz, un hombre bueno.
Sería merecidisima, pues pocos han dado y dedicado tanto, simplemente por amor a la ciudad!!
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