Me refiero a Renaud Lavillenie. Y podría extenderlo al atletismo en general. Desde ayer, se celebran en Sopot (Polonia) los Campeonatos del Mundo de Pista Cubierta, de los que sólo sabremos algo por la prensa si Ruth Beitia -¡Ojalá!- se cuelga una medalla en el salto de altura. Si no, serán invisibles, salvo para los afortunados que puedan sintonizar Eurosport o piratear su señal.
Hay grandes estrellas en Sopot: Ashton Eaton, Mohammed Aman, Ryan Whiting, Ivan Ukhov, Aleksandr Menkov, Abeba Aregawi, Genzebe Dibaba, Sally Pearson, Valerie Adams... pero falta el atleta del año, el hombre que ha sido capaz de batir el viejo record de Sergei Bubka.
No sé en qué medida compartís mi pasión y casi mi devoción por Renaud Lavillenie, desde el momento en que tuve noticia de su existencia, allá por 2009, en el mundial de atletismo de Berlin, donde consiguió la medalla de bronce con un salto de 5,80.
Me hubiera gustado escribir algo en mi blog, pero ese 6,16 que lo hizo hecho omnipresente, dejaba poco espacio a un comentario original.
Sí me gustaría compartir con vosotros lo que escribió en su blog Rafa Elorza. Se titula 'A hombros de gigantes' y gira en torno a una foto que puedes disfrutar en este enlace:
En ella se observa cómo Sergei Bubka acoge bajo su manto protector a un Renaud Lavillenie, feliz, dichoso y en la plenitud de sus 27 años, unos minutos antes de intentar un salto de 6,21 y hacerse una profunda herida en su pie izquierdo, a la que tuvieron que aplicar 16 puntos y que le ha dejado fuera de juego para Sopot, donde sí estará como invitado de la IAAF, tal como podéis ver en la primera imagen que, como las demás, ha ido colgando en su twitter. Por cierto, que ha viajado en clase turista.
Allez Renaud!
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