El verano del 97 fue el de La Flaca, la muerte de Diana de Gales y el comienzo de la preparación de mi séptimo maratón, el último decente que he corrido, que acabé en 2:43:58 y quedó registrado en 2:44:00.
Lady Di falleció el domingo 31 de agosto y a nosotros nos pilló de vacaciones en un macro-camping de Vilanova i la Geltrú, durmiendo en un bungalow y rodeados de alemanes que acabaron con las provisiones de cerveza.
Era mi tercera semana de preparación al maratón, que no descuidé en esas vacaciones, sumando 87 kms entre rodajes y series en unas pistas próximas al camping. ¡Qué tiempos aquellos! 6x2.000 por debajo 7:15; 20x400 en 1:18; o 10x1.000 en 3:35. Dos meses después ya los hacía a 3:25, recuperando un minuto.
Pero no es de eso de lo que hoy quiero y debo hablar. Aquel verano, aquel fin de agosto y aquel comienzo de septiembre sonaba en todas partes y a todas horas La Flaca, una canción sensual, pegadiza, y cadenciosa, que te encadenaba allí donde la escucharas. En la piscina, en el bar, en el baile que organizaban todas la noches...
No sé si los alemanes entendían algo, pero os aseguro que la tarareaban y la bailaban con la escasa gracia y desenvoltura que llevan en su ADN, perjudicada por la cerveza. Nada que ver con cómo imaginaba yo al coral negro de La Habana y tremendísima mulata que inspiró la canción.
Nuestros hijos tenían entonces 9 y 5 años, supongo que no entendían mucho la letra, pero la cantaban y bailaban con entusiasmo.
Fue el primer gran éxito de Jarabe de Palo, Pau Donés, que ayer nos dejó con 53 años. En esos veintipocos años nos ha dejado canciones eternas como Depende, Bonito, De vuelta y vuelta... Ritmos amigables, letras ingeniosas, títulos sencillos y memorables, vitalidad a raudales.
Descanse en paz.
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