Seguimos con la segunda parte del relato de Gorka Busto, que nos invita a reflexionar sobre la importancia de la Sanidad Publica y la Atención Primaria.
Durante los peores momentos de la pandemia, en nuestro medio, no se dejó de tratar en ningún caso patología urgente de todas las especialidades, y no se dejó ni un sólo paciente sin asistencia correcta. En paralelo, para no estar apartados de nuestras especialidades, hemos organizado reuniones, conferencias y charlas de actualización en diferentes plataformas, para estar al día y seguir formándonos, gracias a la labor y el esfuerzo personal de muchos de nosotros, gratuitas y sin ánimo de lucro, siempre en horario extra laboral desde casa.
Tras el tsunami, viene el análisis de daños, análisis de datos, medidas, órdenes, que debemos realizar para apreciar nuestras carencias, tomar buena nota de ellas e inmediatamente ponernos a trabajar para subsanarlas.
Hay cambios en los hospitales que han venido para quedarse –espero- como las restricciones de visitas a ingresados -las habitaciones, a veces, parecían tertulias de bar- higiene de manos exhaustiva, toma de temperatura a la entrada, circuitos de entrada y salida de acompañantes, etc. Otras serán temporales o cuanto menos más discutibles, como el cierre de comedor de médicos de guardia, prohibición de reuniones y sesiones clínicas presenciales hospitalarias -las hacemos vía Skype- ausencia de cursos y congresos presenciales médicos, fundamentales en nuestra carrera y desarrollo profesional que muchas veces –desgraciadamente- se dejan en manos de la industria protésica y farmacéutica, desentendiéndose Osakidetza de la formación continuada necesaria.
En mi especialidad, Traumatología, la resaca nos deja una lista de espera quirúrgica gigantesca, después de casi tres meses sin operar patología ordinaria. Unas consultas restringidas a 20-22 pacientes, ya que no se deben hacinar en las salas de espera, con mascarilla obligatoria y distancia física.
Para que os hagáis una idea, antes veíamos a toda prisa en torno a unos 35 pacientes por consulta ya que la presión asistencial era y es brutal, y no querías dejar a nadie sin ver y valorar. Además, pruebas complementarias, como la resonancia magnética, han estado también paradas.
Os podéis imaginar ahora la avalancha que se nos avecina, con el mismo o menos personal que hace 5 ó 6 meses. De eso nadie habla, pero en Osakidetza, con una plantilla de especialistas envejecidos, no está claro el relevo generacional. Van a quedar plazas sin cubrir con un sistema obsoleto, caduco, injusto, que no busca la excelencia y que homogeneiza a profesionales; y puesto en entredicho por sistemas como el de las cuestionadas OPEs.
Quiero que quede claro que todos los profesionales que trabajamos en Osakidetza creemos que por encima de todo está el bienestar de nuestros pacientes, que merecen una atención digna, sin dejar a nadie en la estacada.
Llevamos tiempo reivindicando la protección del bienestar común y el mejor trato al paciente, sintiéndonos incomprendidos por una sociedad individualista, que ha dado la espalda a lo que estaba pasando en la Sanidad Pública. Se me antoja fundamental la Atención Primaria -la gran olvidada- para el control, rastreo y diagnóstico precoz con PCR de nuevos casos. en esta carrera entre comunidades para "ver quién la tiene más grande"; y está desescalada completamente arbitraria, de mercadeo de votos, y a veces hasta temeraria, que a mi parecer ha dejado muchísimo que desear, y más aún en Euskadi.
Aquí también tenemos mucha presión desde la Dirección para instaurar la telemedicina y las consultas telefónicas. A mi parecer, pueden ser válidas, en parte, para algunos pacientes, a quienes conoces bien y sabes qué patologías tienen, en consultas recurrentes. Pero no puede sustituir nunca a la relación médico paciente, a la exploración física rigurosa, base de nuestro diagnóstico, y sobre todo a mirar al paciente a la cara y explicarle las cosas de forma clara, honrada y de la manera más delicada posible. Y eso no se consigue con esta telemedicina que quieren que llevemos a cabo. Nunca el resultado de una prueba complementaria puede sustituir a esto.
Por eso os pido comprensión, paciencia, y sobre todo ayuda, para entre todos saber llevar esta nueva realidad que no va a ser cosa de varios meses; mucho me temo que al menos un año o más. Pero también de actitud crítica, porque, por lo menos a mí, no hay cosa más motivante que intentar mejorar mis puntos débiles para lograr la excelencia en la atención.
Espero no haberos dado la txapa y que este relato de mi realidad detrás de la barrera os sirva para reflexionar. Un abrazo
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