jueves, 18 de junio de 2020

The Wire (II)

El pasado 14 de mayo escribí mi primer post sobre The Wire, la mítica serie de HBO, que me gusta más cada día. Entonces había visto 6 capítulos de la primera temporada, centrada en las luchas entre la policía y las bandas de narcotraficantes en el distrito oeste de Baltimore, visto desde ambos puntos de vista. No es una historia de buenos y malos, de blancos y negros. Hay muchos grises y los comportamientos ejemplares y deleznables se dan en unos y otros. Esa primera temporada son 13 capítulos que se cierran con un final atípico y abierto.

La segunda temporada, que conserva los mismos protagonistas y añade alguno, tiene como escenario el puerto de Baltimore, el contrabando de mercancías, los problemas de los sindicatos, los grandes proveedores de las drogas y de otras 'mercancías'. Si la primera es excelente, la segunda es todavía mejor, con personajes más complejos y una trama que va más allá de lo evidente. Fueron 12 capítulos apasionantes.

La tercera temporada sigue con los flecos dejados por la primera y entra de lleno en la batalla política de Baltimore, poniendo en evidencia las malas artes y la corrupción, mientras unos policías, que no son la encarnación del bien y que tienen muchos lados oscuros, trabajan con enorme profesionalidad persiguiendo sus objetivos. Abre también un debate sobre la legalización de las drogas, materia sobre la que siempre me ha manifestado a favor. Si las dos primeras me entusiasmaron, la tercera me asombró por ser capaz de superarlas.

Como curiosidad, en esos 37 capítulos, exhibidos por primera vez entre junio de 2002 y diciembre de 2004, asistimos a la evolución de la telefonía móvil, desde los aparentemente anticuados buscas hasta las primeras PDAs, aparatos que estarían en la prehistoria de los actuales teléfonos inteligentes. 

Ya estoy en la cuarta temporada, de la que he visto 7 capítulos en tres días. El equipo del ya comandante Daniels se ha roto, cada poli está en un departamento distinto e incluso alguno de ellos ha cambiado la pistola por la tiza y la pizarra, dando clases de matemáticas en un instituto conflictivo del no menos conflictivo barrio oeste de Baltimore. Hay elecciones municipales, el crimen organizado sigue siendo una pesadilla para los ciudadanos y empezamos a ver las miserias y las costuras del sistema educativo. 

Me quedan 6 capítulos de esa cuarta temporada, magnífica y tan adictiva como las tres anteriores y los 10 capítulos de la quinta y última. 

Ya os contaré.

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