Trasladado el anuncio a las recién celebradas 
elecciones lesgislativas en Italia, podrían añadir: 'Yo también voté a 
Berluconi', o 'Yo también voté e Beppe Grillo'.
Hace 
tres o cuatro años, con mi mujer y mi hijo, disfrutamos de una semana de 
vacaciones en Roma, siendo Berlusconi presidente del Consejo de Ministros de 
Italia. Todavía no habían salido a la luz los escándalos del 'bunga-bunga', 
aunque ya era notorio que su comportamiento atentaba contra la buena imagen de 
la potentísima 'marca Italia'. Cuando preguntaba a la gente, todos me 
contestaban abochornados, sin entender cómo era posible que alguien le hubiera 
votado. No me encontré, en ninguna parte, con ningún votante de 
Berlusconi. Extraño ¿verdad?
Sin 
embargo, lo que parecía un cadáver político, ha resucitado y ha vuelto a 
irrumpir con fuerza en el Congreso y en el Senado italiano, volviendo a Italia ingobernable, una vez más. Con una semana 
más de campaña -Berlusconi tiene un control casi absoluto de la televisón- 
 seguro que sus resultados hubieran sido mejores.
Para 
explicar este fenómeno, me he encontrado con esta frase de la poetisa Maya 
Angelou: 'He aprendido que las personas se olvidan de lo que dices, también 
de lo que haces, pero nunca se olvidan de cómo les haces 
sentir'.
A 
nuestros más bajos sentimiento apela Berlusconi y también el otro candidato populista: Beppe 
Grillo, que ha tenido el acierto de decir a cada uno de sus oyentes lo que cada 
uno de ellos quería escuchar. Lo que es difícil imaginar es el papel que pueden 
jugar estos 'nuevos' políticos y en qué medida pueden construir un programa y un 
discurso compartido.
Mario Monti llevaba año y medio diciéndoles a los 
italianos lo que no querían escuchar y haciéndoles lo que no querían que les 
hicieran. Poco importa que, en ese tiempo, hayan bajado la deuda y la prima de 
riesgo, o haya mejorado la imagen de la maltrecha 'marca Italia'. El pueblo ha 
preferido postergar los inaplazables sacrificios que tendrá que hacer, mejor 
pronto que tarde, sustituyéndolos por la queja y el pataleo. Los que aquí 
suspirábamos por una figura como la suya nos hemos llevado un buen 
chasco.
Dice Leonard Cohen que 'Nunca hay 
que quejarse, sino combatir el desasosiego con inteligencia y 
elegancia'. No creo que el viejo 
(solo un par de años mayor de Berlusconi) y elegante (como Mario Monti) Leonard consiguiera muchos 
votos con este eslogan.
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