Dice un proverbio holandés que no puede impedirse el viento, pero pueden construirse molinos. Quienes viven allí seguro que están familiarizados con tan molesta compañía, que no pueden evitar y de la que se pueden aprovechar. Y bien que lo hacen. Es aquello de hacer de la necesidad virtud.
Vivimos tiempos complicados. ¿Cuál no lo ha sido o lo será? Si miramos adelante, el futuro se presenta volátil, incierto, complejo y ambiguo. Los anglosajones lo han bautizado como VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity). Es decir, el viento será cambiante y racheado. Nos podemos quejar, pero ¿de qué sirve hacerlo?
¿Qué puedo hacer yo? Esa es la pregunta. No esperes a lo que puedan hacer los demás en una sociedad y un entorno cada vez más individualista e insolidario. Seguro que puedes hacer más y seguro que puedes hacerlo mejor. Una buena forma de mejorar es medir lo que hacemos, analizarlo, sacar conclusiones, cambiar lo que no funciona y -¿por qué no?- lo que funciona: probar, trazar un plan, hacer un seguimiento de ese plan y seguir mejorando.
Funciona bastante bien dejarse guiar por aquello que nos gusta, que nos apasiona, buscar soluciones novedosas, no temer al fracaso y saber vender nuestra idea, sea en el ámbito personal, familiar, social o social.
Creo que cada vez funcionarán menos los roles diferenciados y cada vez se valorarán más la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la polivalencia… siempre que seamos capaces de generar una marca personal que nos haga reconocibles, distintos de los demás y capaces de aprovechar todos los vientos.
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