sábado, 18 de marzo de 2017

No puede impedirse el viento

Dice un proverbio holandés que no puede impedirse el viento, pero pueden construirse molinos. Quienes viven allí seguro que están familiarizados con tan molesta compañía, que no pueden evitar y de la que se pueden aprovechar. Y bien que lo hacen. Es aquello de hacer de la necesidad virtud.
 
Vivimos tiempos complicados. ¿Cuál no lo ha sido o lo será? Si miramos adelante, el futuro se presenta volátil, incierto, complejo y ambiguo. Los anglosajones lo han bautizado como VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity, Ambiguity). Es decir, el viento será cambiante y racheado. Nos podemos quejar, pero ¿de qué sirve hacerlo?
 
¿Qué puedo hacer yo? Esa es la pregunta. No esperes a lo que puedan hacer los demás en una sociedad y un entorno cada vez más individualista e insolidario. Seguro que puedes hacer más y seguro que puedes hacerlo mejor. Una buena forma de mejorar es medir lo que hacemos, analizarlo, sacar conclusiones, cambiar lo que no funciona y -¿por qué no?- lo que funciona: probar, trazar un plan, hacer un seguimiento de ese plan y seguir mejorando.
 
Funciona bastante bien dejarse guiar por aquello que nos gusta, que nos apasiona, buscar soluciones novedosas, no temer al fracaso y saber vender nuestra idea, sea en el ámbito personal, familiar, social o social. 

Creo que cada vez funcionarán menos los roles diferenciados y cada vez se valorarán más la flexibilidad, la capacidad de adaptación y la polivalencia… siempre que seamos capaces de generar una marca personal que nos haga reconocibles, distintos de los demás y capaces de aprovechar todos los vientos.
 

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