He comenzado la
segunda trilogía de César Pérez Gellida,
con esta novela negra, que como dice en el prólogo: ‘… es inquietante, cruda y descarnada. Destila sufrimiento, es necesaria y
dolorosamente explícita. Y digo necesaria porque edulcorar a conciencia un
relato sobre las consecuencia de un hecho de estas características con el
propósito de no herir sensibilidades es una engañifa, un tocomocho, una falta
de respeto para los lectores pero, sobre todo, para las víctimas.’
Ya hablamos en este
blog de la primera trilogía: Memento mori, Dies irae y Consumatum est, que nos presentaban
al inspector Ramiro Sancho, de
Valladolid, al asesino en serie, Augusto
Ledesma y toda una troupe de
secundarios, a cual más interesante, repartidos por toda Europa.
Sarna con gusto comienza con el secuestro de una joven quineañera, de buena familia,
cuya resolución encargan a Ramiro Sancho,
que en los 9 días que median entre ese secuestro y su resolución, descenderá
hasta lo más profundo de sus infiernos: ‘Creo
que he tocado fondo, pero sigo cavando por si acaso hay más mierda.’ –dice
al final de la novela, cuyo final ni quiero, ni puedo, ni debo adelantaros.
Tanto me ha
gustado, con tanta intensidad me ha atrapado, que ya estoy con la segunda
entrega: Cuchillo de palo.
Vuelve Ramiro
Sancho.
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