'Después de mí, el diluvio.' Dicen que dijo Luis XV, que reinó en Francia de 1710 a 1774. Después vinieron Luis XVI y María Antonieta; y todos sabemos lo que pasó en 1789, cuando con la Revolución Francesa la guillotina empezó a hacer horas extras.
Después de ocho mañanas casi ideales para correr, al menos para los alérgicos al frío, ya tocaba agua. Me he levantado a las 5:00, como siempre, bajo un concierto de rayos y truenos, que han bajado de intensidad a las 6:02, cuando he arrancado por el paseo de La Concha, a la altura del Hotel Niza, en dirección a Ondarreta. Mar adentro, un espectáculo de rayos y truenos
He seguido por el paseo de Ondarreta, por detrás de la biblioteca de la UPV, avenida de Tolosa, calle Portuetxe, Pilotegi bidea, donde he dado la vuelta por el Camino de Igara para retomar la calle Portuetxe y volver por el mismo camino.
Durante 45 minutos he corrido -o lo que sea que haga yo- bajo una fina lluvia, sin apenas viento, con el aire limpio y con el único inconveniente de algún charco, fácilmente evitable, porque en todo ese tiempo sólo me he cruzado con otro runner tan friki como yo.
Llegando a la trasera del parque de Zubimuxu, la fina lluvia se ha venido arriba hasta alcanzar la dimensión de chaparrón, primero, y ya por el paseo de La Concha, la de un auténtico diluvio. Antes de llegar al hotel Londres, me ha pasado como una moto Alberto Manzanares, que me ha preguntado con cuántos me había cruzado hoy. Con el, he contado 6.
He seguido hasta el Náutico, he dado la vuelta al Ayuntamiento y he vuelto al paseo de La Concha para volver al punto de partida, 12,44 km y 1h:06':38" después de salir.
He subido a pie los 127 escalones que llevan al sexto piso, que de dos en dos, contando 6 tramos impares, se quedan en 67. En la puerta de casa, por fuera, me he quitado las zapatillas y después el resto de la ropa, que he dejado fuera, entrando en casa como vine al mundo, aunque con algunos pelos que no tenía entonces y sin otros que mi cabeza ha ido perdiendo y blanqueando con los años.
Cierto que hoy, noveno día consecutivo que salgo a correr, ha sido de largo el que menos gente me he cruzado. Da igual. He disfrutado lo mismo. Y sigo pensando que eres igual de corredor si no sales a correr cuando hace mal tiempo y que son bienvenidos los que se han apuntado a esto por primera vez. Para muchos habrá muchas más y se convertirá en un hábito.
Tras la ducha, un desayuno estupendo y le reposada lectura de la prensa, de la que subrayo esta frase del artículo de José Luis Larrea, El debate pendiente del bienestar. Está en la página 38 de El Diario Vasco. La frase, atribuida a Milton Friedman, dice así: '... esa es la función de los buenos pensadores: desarrollar alternativas a las políticas existentes y mantenerlas vivas y disponibles hasta que lo políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable.'
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