Han sido 47 días sin correr en asfalto, haciendo deporte indoor... en casa. Bici por las mañanas: 41 sesiones, que se resumen en 1.033,6 km en 42h:58':09". Y por las tardes, 31 sesiones de pasillo run, corriendo hasta 300 veces por una recta de 15 metros, que une dos habitaciones y un pasillo: 124,61 km en 11h:22':51". Ya sabéis, hechos y datos.
Mi última ¿escapada? fue el domingo 15 de marzo. Salí a las 5:40 y fui hasta Igara y vuelta: 10,9 km en 54':58". Me crucé con 3 coches patrulla, que no hicieron nada por detenerme ni por llamarme la atención. Pero ese mismo día, más tarde, cuando salí a comprar el pan, sí que vi cómo paraban a los que iban corriendo. Así que dejé de correr por la calle y me tuve que conformar con el sucedáneo que he comentado más arriba y, hasta que mis rodillas se empezaron a quejar, con las sesiones que a diario nos ofrecían desde su casa Andu Martínez de Rituerto y toda su familia. También he hecho una sesión diaria de fuerza, con pocos pesos. Gracias a todo eso, sigo por debajo de 60 kilos y con el mismo apetito de siempre.
Hoy, no he podido esperar a las 6:00 y para las 5:58 ya estaba corriendo. Aunque para llegar al Paseo de La Concha solo tengo que cruzar la calle Zubieta, he preferido tirar por la calle San Martín, para evitar el tráfico por un 'circuito' que presumía con más tráfico del habitual.
Siguiendo el recorrido del maratón, tras San Martín he tomado Easo. Ahí me he cruzado con el primer runner: un chaval joven, con una mochila a la espalda. Por el Paseo de Errondo, un encuentro esperado: Juanjo Gibaja, que iba a en dirección contraria, a ver el mar.
Dando la vuelta al estadio de Anoeta, la primera mujer, una joven negrita, muy simpática. Al coger nuevamente Errondo, en dirección a Loiola, el cuarto, que más que runner podríamos describir como jogger. Dos más por Loiola, ya de vuelta, por la orilla del Urumea, el segundo con muy buena pinta y muy rápido.
Volviendo a Amara, un grupo de tres hombres, con camisetas de tiras y con pinta de pros. Me da que iban juntos, pero guardando unos diez o doce metros entre ellos. Y una chica joven. La segunda que veía.
Un poco antes de llegar al puente de Mundaiz, una rubia, Eguzkiñe Zabaleta, a la que he visto tarde y no he saludado, porque vaya usted a saber en qué iba yo pensando. Como veis arriba, 10 km en 46:00.
Entre ese puente y el del Kursaal, ya más gente, hasta llegar a sumar treinta, todos bien separados. Un par de ellos por el Boulevard y una decena desde el Náutico hasta el hotel Niza, fin de un recorrido de 10,7 km en 56':59", en los que me he cruzado con 40 runners y he pasado a 2. Acostumbrado a salir a estas horas, nunca, nunca, me había cruzado con tantos. Y eso que no he ido por La Concha más que 800 metros.
Además, muchos caminantes tipo Rajoy, que no he contado, y también muchos chavales en bici, con el traje de neopreno y la tabla de surf, en dirección a las playas. ¡Qué gusto!
He salido con mucha cautela y he apretado algo al final. Feliz, en una mañana agradable (16º) y arrullado por los pájaros.
No he visto ningún policía.
Seamos todos responsables, cumplamos los horarios y las instrucciones y defendamos este espacio de libertad del que nos han privado arbitrariamente durante 49 días.
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