miércoles, 13 de mayo de 2020

La comunicación en tiempos de pandemia

Estos no son sólo tiempos de pandemia. Además, nos hemos metido en un bache de actividad económica, que afecta a sectores estratégicos, como el turismo, que a corto y medio plazo nos van a pasar una factura que no sé de qué manera vamos a poder asumir. Y estamos entrando en una dinámica social en la que el miedo juega un papel determinante y nada alentador

Es una situación de pronóstico incierto. Nadie sabe cuándo tendremos una vacuna eficaz. Nadie sabe cómo puede evolucionar el virus. No se puede afirmar con rotundidad, aunque hay indicios que apuntalan esa hipótesis, que el verano y las altas temperaturas jugarán en contra del Covid19. Tampoco sabemos con certeza si el otoño y el invierno, con la caída de las temperaturas y la irrupción de las gripes, pueden traernos un rebrote de contagiados y una escalada de muertos. 

En estas circunstancias, la comunicación es una herramienta fundamental para gestionar esta estado de cosas y ganar la adhesión de los ciudadanos a las medidas que se vayan tomando; medidas que pueden variar y que pueden ser tachadas de incoherentes. Todos sabemos que el confinamiento por tiempo indefinido es insostenible. Los pasos que vayamos dando en la llamada desescalada no siempre serán hacia adelante y, en algún momento, tendremos que dar algún paso atrás. Como cuando uno baja de una montaña y descubre que ha tomado un mal camino, teniendo que volver a subir y encontrar el correcto.

En mi trayectoria profesional he podido constatar la importancia de la comunicación. A mi modo de ver, tiene que ser clara, honesta, humilde, sencilla y directa. Eso es relativamente fácil cuando tenemos que comunicar algo concreto, que afecta a un colectivo determinado y cuyas consecuencias podemos estimar con precisión. 

La comunicación es mucho más que comparecer ante la prensa o ante tu equipo y abarca cuestiones como la imagen, el lenguaje corporal y la gestión de las reuniones. Algún día igual me animo a hablar de esta cuestión, la gestión de las reuniones, una de las claves de la eficacia de un buen gestor. Simplemente como idea, os diré que una buena reunión tiene un 40% de preparación, un 20% de actuación (el tiempo que estamos reunidos) y un 40% de ejecución, que es la puesta en marcha de los acuerdos alcanzados.

Comunicar en tiempos de pandemia, crisis económica y social, es mucho más complejo y, por lo tanto, debe estar mucho mejor preparado. Cuando nos dirigimos a millones de personas, con características e intereses dispares y hasta enfrentados, debemos esforzarnos por emitir un mensaje que llegue a todos por igual, que no se preste a múltiples interpretaciones y que despierte el interés de los ciudadanos. 

Todos sabemos que todos los políticos y todos los grandes empresarios tienen sus gabinetes de comunicación, compuestos por personas que saben mucho más que yo de esas cuestiones. Y sin embargo, son muy pocos los que comunican bien. 

A mi modo de ver, las comparecencias semanales del Presidente del Gobierno son tediosas, monocordes, carentes de emoción y plagadas de detalles menores, cuya gestión y comunicación estaría mucho mejor en boca de los técnicos en las distintas materias. Si nos vamos a la Oposición, su recurso a la necrofilia, sus excesos verbales, sus apelaciones a medidas imposibles y lugares comunes y hasta su imagen personal, hablan en contra de lo que predican.

Siempre a mi modo de ver, el político que mejor comunica es Pablo Iglesias, al que, siempre en mi opinión, la de un tipo de 64 años, que forma parte de lo que un buen amigo define como 'sociedad instalada', poco le ayudan su imagen personal, su ¿aparente? seriedad -¡qué difícil parece que debe ser arrancarle una sonrisa!- y la desconfianza que me inspira la forma de gestionar su propio partido. 

Aitor Esteban, el portavoz del PNV en el Congreso, es, para mí, un gran comunicador. Habla claro, es correcto en las formas y sabe hacer un uso adecuado y oportuno de la ironía y el humor. No hay muchos como él. En su propio partido el lehendakari Iñigo Urkullu transmite una imagen de hombre tranquilo. Hay una frase de El Quijote que se le podría aplicar: 'El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos.' Creo que muchos de nosotros estaríamos tranquilos si es él quien gestiona nuestro patrimonio o nuestra herencia. Lo que pasa es que lo que hay que gestionar ahora es la enfermedad, la depresión económica y la fractura social.  

Fuera de los políticos -y sé que lo que diré a continuación será compartido por unos y denostado por otros, casi sin zonas grises- el mayor acierto en la política de comunicación del Gobierno de España ha sido dar protagonismo a Fernando Simón, director, desde 2012, es decir, gobernando Mariano Rajoy, del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad. Le hemos visto desde el comienzo de la crisis y todos podemos buscarle algún gazapo, algún error, algún desmentido, varias rectificaciones. En el haber, yo pondría que habla claro, contesta a lo que le preguntan y lo hace con humildad. Su falta de afectación y su imagen me resultan agradables. Y lo que es más importante, cuando él habla, yo le creo.

Son tiempos en los que la comunicación necesita de líderes como Churchill que se atrevan a decir aquello de 'sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor', aunque les cueste perder las elecciones.

Mucho se viene hablando de que los países que mejor están gestionando las crisis están dirigidos por mujeres, algunas tan jóvenes como las que presiden Nueva Zelanda o Finlandia, o tan veteranas y ya casi amortizadas, como Angela Merkel, que goza del 62% de popularidad entre los alemanes, cifra insólita en cualquier dirigente político.

Quizá tenga que ver en ello que las mujeres, en general, han sido el sexo débil (en términos de fuerza física) y han tenido que poner en práctica otros recursos más blandos, como el lenguaje, la seducción y la intuición. 

Por eso, volviendo a Fernando Simón, así empieza un artículo publicado en eldiaro.es -un periódico digital que os recomiendo- el pasado lunes y titulado  Fernando Simón y la nueva masculinidad: 'Fernando Simón se ha convertido en el tipo amable que se cuela en casa cada día para hablarnos de la pandemia. El experto es un fenómeno fan pandémico del que se hacen memes, chistes y canciones. Claridad, calidez, cercanía, calma, mesura. Puede que Fernando Simón se esté convirtiendo en un icono de la nueva masculinidad o, más bien, en la prueba de que la masculinidad puede expresarse de otra manera.'

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