'Cuando en un país los héroes son imprescindibles es que algo no funciona.' Así termina la carta de la semana, premiada en el XL Semanal entregado el pasado domingo con El Diario Vasco. Si lo conserváis, merece la pena que lo leáis o lo volváis a leer.
No he oído a ninguno de los presuntos héroes: sanitarios, empleados de supermercados, transportistas, policías y un largo etc. que han sostenido el entramado social mientras ha durado el estado de alarma, reclamar esa condición. En mejores o peores condiciones -en el caso de los sanitarios parece que más peores que mejores- han hecho su trabajo lo mejor que han sabido y han podido, atendiendo a las circunstancias extremas que han tenido de resolver.
Puede que si esas circunstancias no hubieran sido tan extremas, es decir, si no se hubiera recortado en la Sanidad Pública, si hubieran dispuesto del material necesario, si las autoridades hubieran actuado de forma preventiva, a la vista de lo que estaba pasando en China primero y en Italia después, si se hubieran atendido las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, si se hubiera actuado antes, en definitiva, es posible que no estuviéramos hablando de comportamientos heroicos y, simplemente, estuviéramos ponderando la profesionalidad de los sanitarios y la eficacia del Sistema Nacional de Salud.
No saldríamos a aplaudir a los sanitarios a las 20:00 y puede que esos que se cabrean con todo no hubieran tenido la tentación de ejercer de policías de balcón.
Sería un país más aburrido, como lo debe ser Islandia, donde encarcelan a políticos y banqueros corruptos, mientras que aquí tenemos reyes campechanos y patrióticos que se pasean con maletines cargados de dinero contante y sonante para ponerlo a buen recaudo en Suiza. Si alguna vez la prensa se ocupa de estos asuntos, además del coronavirus, con naturalidad, es posible que no necesitemos periodistas que sean héroes; bastará con que sean buenos profesionales.
Si los políticos dejan de arrojarse muertos los unos a los otros, es posible que dejemos a un lado el sentimiento trágico de la vida que acompaña a muchos y lo sustituyamos por el análisis, la reflexión y la acción motivada y revisable.
Seguro que tendremos menos héroes y que viviremos con menos sobresaltos.
'Desgraciado el país que necesita héroes.' (Bertolt Brecht)
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