Hasta hace unos meses, hemos tenido entre nosotros a un 
gran maestro del cinismo: Xose Mou-rinho. Sus ruedas de prensa y 
sus declaraciones despertaban más expectación, si cabe, que los abdominales de 
CR7, el kick boxing de Pepe, los cambios de peinado de Sergio Ramos, o la novia de Khedira. 
Nadie ha podido llenar el vacío que nos ha dejado Mou, pese a los patéticos intentos de emularle de Montoro, titular de un ministerio tan 
impopular como el de Hacienda, en un país en el que somos tan dados a defraudar. 
Al menos eso debía pensar Don Cristóbal cuando dijo aquello de que 'Si no se 
defraudara tanto, no habría que subir el IVA'. Por lo visto, ser 
propietario de 3 pisos en Madrid y cobrar los 1.823,86 € mensuales que el 
Congreso otorga en dietas de alojamiento y manutención a quienes viven fuera de 
Madrid, no es defraudar.
Siguiendo con nuestros bolsillos, el señor ministro de 
Hacienda insulta nuestra inteligencia cuando se queda tan ancho con afirmaciones 
como: 'No es una amnistía fiscal, es una afloración de activos ocultos'. 'No 
sé a qué llaman grandes fortunas'. 'No hay rebaja de sueldo a los funcionarios, 
hay un retraimiento de la paga'. 'No subimos los impuestos, es un cambio de 
ponderación'. O la penúltima, por ahora: 'No bajan los salarios, 
moderan su crecimiento'. Curioso que todas empiecen por la palabra 
no. 
Creo 
que todos viviríamos más tranquilos si Montoro abandonara su vocación de 
monologuista del Club de la Comedia y se limitara a hacer bien su trabajo, 
olvidándose para siempre de querer emular a alguien que es mucho más guapo, que 
tiene un delicioso acento y que, al menos ante la prensa, es 'el puto 
amo ' -que diría Guardiola- o 'the special one', como él mismo se 
proclama.
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