Convendréis conmigo en que Rafa Nadal no el es el tenista más brillante del circuito. No tiene la ele-gancia y la maestría de Federer, ni la agilidad felina de Djokovic, ni el saque la volea de Murray, ni...
¿Por qué es entonces el número uno? Porque es el que tiene más fe, el que más corre -no el más ràpido- el que nunca se rinde, el más paciente, el que mejor explota las debilidades de sus rivales.
Tomado de un tweet de John Carlin, titulaba mi post del pasado sábado ¿Hazaña, broma o milagro?. Pues bien, esta tarde, el Atlético de Madrid ha conseguido la hazaña de ganar la Liga BBVA, algo por lo que ni sus más fieles seguidores hubieran apostado al comienzo de una temporada que se anunciaba como una reedición del aburrido duelo entre el Real Madrid y el Barça.
Sólo he visto el segundo tiempo, en el que los de Simeone han salido rabiosos a por el partido, que han empatado aprovechando -como Rafa Nadal- una de las debilidades del Barça: las jugadas de estrategia. Y después, como dice el himno del centenario del Atlético de Madrid, compuesto por Joaquín Sabina:
Qué manera de aguantar,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de morir,
qué manera de crecer,
qué manera de sentir,
qué manera de soñar,
qué manera de aprender,
qué manera de sufrir,
qué manera de palmar,
qué manera de vencer,
qué manera de morir,
¡Enhorabuena! campeones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario