El discurso del rey

Foto El País

No, no voy a hablar de la película del mismo título, estrenada en 2010 y basada en el discurso que el rey Jorge VI, padre de la reina Isabel, pronunció en 1939 para declarar la guerra del Reino Unido a la Alemania de Hitler.

No creo que el discurso de ayer del rey Felipe VI de España pase a la historia como aquel porque, sin entrar en otras valoraciones, no dijo nada distinto ni añadió ningún matiz al que Maria Rajoy pronunció dos días antes, casi a la misma hora, tras terminar el sucedáneo de referéndum celebrado en Catalunya.

No se puede llenar la boca de democracia alguien a quien nadie ha votado y que debe sus privilegios y su cargo al hecho ser hijo varón de otro rey que, a su vez, fue designado por el dictador Francisco Franco.

En vez de poner un granito de arena –o un camión- en la playa del diálogo que todas las personas sensatas reclaman, comenzó su intervención hablando de deslealtad inadmisible. No parece la mejor forma de acercarse a la otra parte, a los catalanes que quieren votar en un referéndum con garantías y a los que sueñan con la independencia. 

Porque el discurso, un monólogo más, como los de Rajoy o como los de Puigdemont, iba dirigido a los suyos, a los buenos españoles y a los buenos catalanes. A los demás, que eran cuatro gatos cuando el 28 de junio de 2010 el Tribunal Constitucional se cargó el Estatuto de Catalunya, y que han ido creciendo y creciendo por la cerrazón y la torpeza del Gobierno y el apocamiento del PSOE, ni un atisbo de acercamiento.

Quienes se sienten republicanos y no ven por ninguna parte la utilidad de una figura como la suya, el rey Felipe VI les confirmó que es perfectamente prescindible.