Por distintas circunstan-cias, no había tenido oportunidad de verla y ayer aproveché que la ponían en la tele para disfrutar de Master and Coman-der, película de 2003, dirigida por el australiano Peter Weir (Gallipoli, El año que vivimos peligrosa-mente, La costa de los mosquitos, El club de los poetas muertos...).
Podemos estar más o menos de acuerdo con lo que propone: el patrioterismo, el belicismo, la dureza extrema de la vida en el mar, el concepto de honor... Vale. Pero es una película que nos atrapa desde la primera secuencia, con una batalla naval nunca vista en el cine, narcotizados por la música. Nos mete dentro de la vida en el barco y nos hace partícipes de la táctica y la estrategia militar que surge desde la dialéctica que se desarrolla entre al capitán Jack Aubrey (Rusell Crowe), que representa la pasión, el instinto y el corazón, y el médico Stephen Maturin (Paul Bettany), que representa la razón. De ese dialéctica surge la innovación y la sorpresa que permite al Surprise ('Sorpresa es el nombre de nuestro barco') derrotar al Acheron, un barco francés más moderno, más grande, con más cañones y más veloz. La disciplina extrema y la profesionalidad de los mejores marinos de la historia se impone a la codicia y la suficiencia de los franceses.
Impresionante la interpretación de Rusell Crowe, que borda el papel del capitán Jack Aubrey, un hombre carismático, que lidera con el ejemplo personal, que saca lo mejor de sus hombres, generoso o implacable, según las circunstancias, abierto a la crítica, que escucha a la razón, pero que toma sus propias decisiones, dando una lección de liderazgo.
Un liderazgo que tanto echamos de menos en tantos ámbitos de nuestra vida.
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