Shaunae
Miller (22 años),
segunda en el Mundial de la IAAF de 2015 en Beijing, entró en los últimos cien
metros con tres de ventaja sobre la gran favorita: Allyson Felix (30
años), vigente campeona del mundo, que metro a metro, con su elegante zancada, iba
recortando la distancia con la bahameña.
Por momentos
pareció que le daría caza, pero a falta de diez metros se estabilizó la mínima
distancia que les separaba. Y de repente, Shaunae Miller se abalanzó
sobre la línea de meta, cayendo con ambos brazos por delante, y haciendo un
tiempo de 49.44, que es marca personal y la mejor marca del año.
Allyson
Felix entraba de pie
siete centésimas más tarde, con la segunda mejor marca de toda su trayectoria
en esa distancia, después de los 49.26 del año pasado en Beijing.
Hubo debate
sobre si la bahameña se lanzó o si, agotada por el tremendo esfuerzo,
simplemente, no fue capaz de coordinar los últimos pasos, cayendo al suelo. Me
inclino a pensar lo segundo. Algo he oído de una reclamación de la delegación
americana, entendiendo que Shaunae Miller entró en la meta por debajo de
una altura de 120 centímetros que al parecer marca el reglamento para dar por
válida la marca. No parece que, de momento, haya prosperado esa supuesta
reclamación.
Tercera,
viniendo de atrás, fue la jamaicana Shericka Jackson (21 años), en
49.85. También fue tercera el año pasado en Beijing.
La veterana Natasha
Hastings (30 años), que entró segunda en la recta de meta, por delante de Allyson
Felix, se hundió hasta terminar cuarta en 50.34.
Lástima que Allyson
Felix se haya quedado sin ese oro olímpico en 400 metros que a todos sus
fans nos hubiera gustado que tuviera para acompañar al que consiguió en los 200
metros en Londres 2012 y a los muchos que tiene en los relevos 4x100 y 4x400
con el equipo de los Estados Unidos. Pero hoy la joven bahameña, antes de la zambullida o de la caída, ha sido mejor.
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